“Todos estos reyes y sus tierras tomó Josué de una vez, porque el Señor Dios de Israel peleaba por los israelitas” (Josué 10:42).
La lección de esta semana nos invita a reflexionar sobre un tema complejo, pero profundamente revelador: las guerras ordenadas por Dios en el Antiguo Testamento, particularmente la conquista de Canaán bajo Josué. A primera vista, estos relatos pueden parecer duros o difíciles de conciliar con la imagen de un Dios de amor. Sin embargo, al examinarlos a la luz del gran conflicto entre el bien y el mal, y del carácter justo y santo de Dios, comprendemos que no se trataba de guerras de ambición ni de conquista humana, sino de juicios divinos con un propósito redentor.
Dios
había prometido a Abraham que su descendencia heredaría la tierra de Canaán,
pero solo “cuando se completara la maldad de los amorreos” (Gén. 15:16).
Durante siglos, el Señor mostró
paciencia hacia los cananeos, dándoles oportunidades de arrepentirse. Sin
embargo, las naciones de esa región persistieron en prácticas abominables como
la idolatría, la prostitución ritual y el sacrificio de niños. La evidencia
arqueológica confirma lo degradante de su religión. Cuando finalmente su
iniquidad colmó la medida, Dios actuó no como un conquistador, sino como un
juez justo que ejecuta sentencia después de una larga espera de misericordia.
El
Señor, como Juez Supremo del universo, no tolera indefinidamente el pecado ni
la opresión. Las guerras libradas por Israel, cuando Dios mismo las dirigía, no
tenían por objetivo engrandecer la nación, sino eliminar el mal y restablecer
la justicia. De hecho, cuando Israel se apartó de la voluntad divina, Dios
permitió que sus enemigos prevalecieran contra ellos. Esto muestra que su justicia es imparcial: Él no tiene
favoritos, sino que juzga con equidad y verdad.
El
propósito original de la conquista no fue el exterminio, sino la desposesión.
Dios quería expulsar a los cananeos y darles oportunidad de abandonar su
idolatría. Solo aquellos que se resistieron obstinadamente al llamado divino fueron
destruidos. Aun en medio del juicio, la gracia seguía disponible: ejemplos como
Rahab, que fue salvada por su fe,
demuestran que la misericordia de Dios siempre alcanza a quienes eligen confiar
en Él.
El
principio del libre albedrío también
se destaca en esta lección. Dios nunca obliga; cada persona tiene la
posibilidad de decidir entre la vida y la muerte, entre la obediencia y la
rebelión. El término hebreo herem, traducido como
“anatema” o “consagrado a destrucción”, simboliza la seriedad del pecado y las
consecuencias de apartarse de Dios. Pero también resalta que nadie estaba predestinado: tanto los
israelitas como los cananeos podían cambiar su destino a través de su respuesta
al llamado divino.
Aun
en medio de estas escenas de guerra, los profetas del Antiguo Testamento
miraban hacia el futuro y hablaban de un tiempo de paz. Isaías, Miqueas y Oseas
anunciaron la llegada del Mesías, el “Príncipe de Paz”, que establecería un
reino de justicia donde ya no habría guerra ni destrucción. Jesús es la manifestación suprema de ese
ideal: Él venció al mal no con violencia, sino con amor, mostrando que el
verdadero poder de Dios se revela en la paz, no en la espada.
En
última instancia, esta lección nos enseña que Dios pelea por nosotros, no con armas humanas, sino con la fuerza
de su justicia, su verdad y su amor. Su paciencia tiene un límite, porque un
Dios verdaderamente amoroso no puede permitir que el mal destruya
indefinidamente a los inocentes.
Como seguidores de
Cristo, somos llamados a confiar en que Él sigue luchando nuestras batallas
espirituales y a reflejar su carácter justo y pacificador en nuestras
relaciones con los demás. La guerra del
cristiano hoy no es contra carne ni sangre, sino contra el mal espiritual;
y nuestra victoria, como la de Josué, se asegura cuando dejamos que el Señor
pelee por nosotros.
EXAMEN DE OPCIÓN MÚLTIPLE
- A) Ensanchar el territorio de Israel.
- B) Mostrar su poder militar.
- C) Ejecutar juicio contra la iniquidad de los cananeos.
- D) Enseñar estrategia militar.
- A) El faraón debía liberar a Israel.
- B) Se completaría la iniquidad de los amorreos.
- C) Josué debía ser ungido.
- D) Los cananeos debían fortalecerse.
- A) Adorar a una sola deidad.
- B) Sacrificar a sus hijos.
- C) Guardar el sábado.
- D) Comer pan sin levadura.
- A) Tolera el pecado por amor.
- B) Es parcial con su pueblo.
- C) Ejecuta justicia y defiende a los inocentes.
- D) Se mantiene indiferente al mal.
- A) Glorificar a Israel.
- B) Restablecer justicia y paz.
- C) Destruir todas las naciones vecinas.
- D) Expandir la religión israelita.
- A) Una ofrenda voluntaria.
- B) Lo destinado completamente a Dios, incluso mediante destrucción.
- C) Un tipo de pacto de paz.
- D) Un sacrificio de animales limpios.
- A) Que solo los israelitas podían salvarse.
- B) Que la fe podía revertir un decreto de destrucción.
- C) Que las mujeres no tenían voz en Israel.
- D) Que Dios castigaba incluso a los arrepentidos.
- A) Exterminarlos sin misericordia.
- B) Expulsarlos y darles oportunidad de arrepentimiento.
- C) Someterlos como esclavos.
- D) Destruir su agricultura.
- A) Un reinado de guerra justa.
- B) Un dominio eterno de Israel.
- C) Una era de paz bajo el Mesías.
- D) Un reino dividido entre pueblos.
- A) Es arbitrario e impredecible.
- B) Combina paciencia, justicia y amor.
- C) Solo busca castigar el mal.
- D) Cambia según las circunstancias.
Caso 1
Un joven del
grupo de estudio de los martes dijo:
“Si Dios es
amor, ¿por qué no perdonó simplemente a los cananeos en lugar de destruirlos?”
Preguntas
para debatir:
- ¿Qué
nos enseña este caso sobre el equilibrio entre justicia y misericordia?
- ¿Cómo
aplicamos esto cuando corregimos o juzgamos una situación injusta en la
iglesia o en la familia?
- ¿Qué
diferencia hay entre castigo y consecuencia?
Caso 2
Una hermana
comparte con su amiga del grupo pequeño lo siguiente:
“Estoy en un
conflicto familiar y me siento tentada a responder con dureza, pero esta
lección me habla de dejar que Dios pelee por mí.”
Preguntas
para reflexionar:
- ¿Qué
significa, en la práctica, dejar que Dios pelee tus batallas?
- ¿Cómo
podemos reflejar al “Príncipe de Paz” en medio de los conflictos?
- ¿Qué
principios de esta lección pueden ayudarte a actuar con justicia y paz?
Deseamos que el estudio de esta
semana nos ayude a conocer más del amor de Dios por la humanidad.
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