sábado, 23 de enero de 2016

Cualidades de una persona de éxito

"Oye a tu padre, al que te engendró; y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies." Proverbios 22:23

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, cualidad es “cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las personas, a los seres vivos en general o a las cosas.” Una segunda definición que ofrece dicha obra de consulta es: “manera de ser de alguien o algo.”
Señalaremos cinco de las cualidades de las personas de éxito. Cada una éstas cualidades son los pilares para una vida victoriosa. Éstas distinguen a las personas triunfadoras de las que son mediocres. Permiten que sobresalgan los rasgos positivos de  carácter. Un joven de éxito tendrá estos rasgos. En esta oportunidad, consideraremos dos de estas cualidades.
            La primera de las cualidades de una persona de éxito es: ser trabajador. Dios ha dispuesto el trabajo para el hombre: “Yo he visto el trabajo que Dios a dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.”[1] Jeremías refiere que “bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud”[2]. Así mismo, el sabio Salomón menciona: “he aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno el bien de todo su trabajo…”[3]
Leer: “¿Para qué deberíamos formar equipos?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/12/para-que-deberiamos-formar-equipos.html
            El trabajo dignifica. Mantiene la mente y las manos ocupadas. Permite el desarrollo de los talentos. Las habilidades naturales se fortalecen cuando son puestas a trabajar. El fruto del trabajo duro hace sentir bien a quien lo realiza. A un buen trabajador no se le cierran las puertas. Al contrario, las oportunidades se le presentan con más frecuencia.
            La segunda cualidad que queremos destacar es: la rectitud. Dice el proverbista, “aún el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta”[4]. Una persona recta se distingue por ser justa. Es intachable en su conducta.
La rectitud le permite a los victoriosos no desviarse del punto hacia donde se dirigen. El rey David al preguntarse acerca de quienes morarán en el monte de Jehová, responde lo siguiente: “El que anda en integridad y hace justicia, y habla verdad en su corazón”[5]. Ser recto es una cualidad que nos acerca al trono de la gracia.
Para conocer las otras cualidades de las personas de éxito, dar clip en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/01/quien-es-una-persona-de-exito.html
Por: Galdino Enríquez Antonio




[1] Eclesiastés 3:10
[2] Jeremías 3:27
[3] Eclesiastés 5:18
[4] Proverbios 20:11
[5] Salmo 15: 1 – 2

¿Quién es una persona de éxito?

“¡Oh Eterno, sálvanos, te ruego! ¡Oh Eterno, danos éxito, te ruego!” 
Salmo 118:25

Continuando con las cualidades de una persona de éxito, tenemos en tercera instancia el ser ejemplo. Las personas exitosas se vuelven ejemplo para otras. Un deportista talentoso inspira a las nuevas generaciones. Así lo hicieron Michael Jordan y Edson Arantes do Nascimento (Pelé). Los personajes que siguieron sus ideales a favor de sus conciudadanos, hoy son figuras universales. Mahatma Gandhi y Martin Luther King son ejemplos para muchos luchadores pacíficos.

            El apóstol Pablo escribió acerca de la cualidad del ejemplo. En la primera carta a Timoteo le dice: “ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”[1]. Es una de las mejores indicaciones que puede recibir un joven que se abre paso por la vida. Y ser ejemplo para otros es una tarea divina. Jesús mismo dijo: “ejemplo os he dado”. Pablo hace referencia a que lo sigan como ejemplo, pues él hizo de Cristo su ejemplo.
            El ser diligente va más allá de cumplir con las tareas correspondientes. Ser diligente supone ser presto, activo, hacendoso, dinámico. Es ir más allá de la primera milla. Conlleva ser puntual, eficiente, aplicado, servicial, atento. Por ello Salomón aconseja que “todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, a donde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría”[2].
            No está demás recordar el consejo de Pablo a los colosenses. “Todo lo que hagáis, les dijo, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres”[3]. Es esto radica el secreto de éxito. En que Dios es quien obra en nuestro favor. A nosotros nos atañe responderle con diligencia y buen ánimo.
            El más importante de las cualidades es la siguiente: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”[4]. No existe mejor etapa de la vida para hacerlo que en la juventud. Es el período en el que se ponen los fundamentos para una existencia triunfante y fructífera. Porque el Señor da la sabiduría. De él mana la vida. Si ya no eres tan joven en edad, bien puedes serlo de ánimo y de corazón joven.
            ¿Ya hiciste tuya la mejor de las cualidades? No esperes más, el Señor te dice: “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos”[5]. Dios te bendiga.
Por: Galdino Enríquez Antonio



[1] 1ª Timoteo 4:12
[2] Eclesiastés 9:10
[3] Colosenses 3:23
[4] Eclesiastés 12:1
[5] Proverbios 23:26 

jueves, 21 de enero de 2016

No pasa nada

“El hijo necio es tristeza para su padre, y amargura para su madre.” Proverbios 17:25
            Karla tuvo una vida sexual desenfrenada. Nunca imaginó que quedaría embarazada. Jamás pensó que, el que creía que era el amor de su vida, la abandonaría. Como consecuencia de sentirse sola, con un bebé en brazos, cayó en una depresión severa. Quiso salir de este estado de ánimo consumiendo sustancias nocivas. Tuvo otras parejas sexuales y nunca imaginó contraer enfermedades venéreas. Eso no me va a pasar a mí, repetía con frecuencia.
            Hoy enferma y débil, no tiene muchos deseos para seguir luchando por la vida. Le cuesta trabajo levantarse por las mañanas. No siente apetito. Su rehabilitación está en proceso. Sin embargo, los médicos señalan daños cerebrales severos por el consumo de grandes dosis de drogas. Su bebé ya camina y empieza a pronunciar algunas palabras. Karla se pregunta quien cuidará de él cuando ella ya no esté en condiciones para hacerlo.
            Genoveva es divorciada, vive el un departamento pequeño con tres hijos varones. Nunca sospechó que los pequeños golpes que le daba su esposo, serían muy fuertes después. Un día su esposo la maltrato tanto, que le produjo una lesión en la columna vertebral, lo que la confinó a una silla de ruedas.
            El síndrome, a mi no me va a pasar, está destruyendo la vida de muchas personas talentosas. Llenas de vida. Con futuros muy prometedores. No es el deseo de Dios que la feligresía cristiana se vea envuelta en desgracias a tan corta edad. El desea darles a todos el privilegio de la vida. La bendición del éxito está aguardando para el que siga los principios de su ley.
             “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida”.[1] “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrándesela, y ella te engrandecerá; ella te honrará, cuando tu la hayas abrazado.”[2]
Por Galdino Enríquez Antonio




[1] Proverbios 4:23
[2] Proverbios 4:7,8

martes, 19 de enero de 2016

A mi no me va a pasar

“Guarda, hijo mío, el mandato de tu padre, y no dejes la enseñanza de tu madre.” 
Proverbios 6:20
A los 22 años, Ricardo, se vio envuelto por el gusto de las bebidas alcohólicas. Sus familiares lo alertaban sobre las consecuencias de embriagarse. Su salud se vería afectada en el futuro. Traería trastornos a sus órganos. Tendría problemas laborarles por su forma de beber. No va a pasar nada, decía. Una noche se embriagó tanto que perdió la noción del tiempo y del espacio. Se desvió de su camino a casa y pronto se encontró dormido en aquella ruta que se trazó.
            Lo despertó un fuerte dolor en las piernas. Al abrir los ojos vio las paredes de un cuarto de hospital. Se miró los pies y ya no los tenía. La noche anterior lo venció el sueño y cayó sobre las vías del ferrocarril. El tren pasó sobre sus pies. Hoy, a sus 42 años de edad, necesita un trasplante de riñón. Y yo que decía que no me iba a pasar nada, se lamenta. Ahora necesito de otros para poder moverme, cuando años atrás nada me detenía.
            Leer “El joven rico”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/el-joven-rico.html
Joaquín gustaba de la comida rica en grasas. Las carnes rojas emocionaban a su paladar. No medía la cantidad de alimentos que consumía. Olvidó que había ciertas horas para comer y lo hacía en cualquier momento. Las bebidas gaseosas eran sus preferidas. Nunca quiso escuchar las voces que le decían: te sería mejor beber agua pura, come algo de fruta y más verduras. Él hacía un gesto de rechazo hacia esos consejos. Las frituras y golosinas eran el postre en lugar de fruta fresca.
            Pronto las consecuencias se notaron en su peso. Dejo de hacer ejercicio y adoptó una vida sedentaria. Comenzó a tener dificultades para respirar. Se cansaba con facilidad al caminar algunos metros. Un malestar general hizo que lo llevaran a revisión médica. El diagnóstico confirmado fue diabetes. El vigor físico que gozaba en sus años mozos se perdió. A mi no me va a pasar, eso es para esa gente que no sabe cuidarse, solía decir.
            Un día tropezó en casa. Eso le produjo una herida en el pie que no sanó. Se tuvo la necesidad de amputar esa pierna. Hoy visita con regularidad a su médico porque teme perder por completo la vista. Llora al recordar que su vida adulta pudo ser distinta. Su deseo de formar un hogar se desvaneció. Sus ganas de vivir no son suficientes para contrarrestar los efectos de su enfermedad.
            “Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desperdicies la dirección de tu madre; porque adorno de gracia serán a tu cabeza…”[1]
Por Galdino Enríquez Antonio

[1] Proverbios 1:8