sábado, 26 de septiembre de 2015

Dios llama a los jóvenes

"No digas, soy un muchacho.  Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo que yo te mande." Jeremías 1:7

            Dios no sólo llama a las personas antes de nacer o en la niñez, también lo hace en la juventud. Así tenemos al joven David siendo ungido como rey y enfrentando al gigante Goliat. Juan, el discípulo amado, aceptó el llamado de Jesús para seguirle al final de su adolescencia.
El rey Salomón pidió sabiduría en su juventud para poder dirigir al pueblo: “yo soy joven, y no sé cómo conducirme”[1]. El profeta Jeremías a su corta edad, se enfrascó en una interesante charla con el Señor durante su llamado:
“El Eterno me dijo: ‘Antes de formarte en el seno te conocí, y antes que nacieras te aparté, y te designé por profeta a las naciones’.
“Yo respondí: ‘¡Ay, Señor Eterno, que no sé hablar, porque soy un muchacho!
“Pero el Eterno me dijo: ‘No digas, soy un muchacho. Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo que yo te mande. ’No temas ante ellos, porque yo estoy contigo para librarte’ —dice el Eterno.
“Y el Eterno extendió su mano, tocó mi boca, y me dijo: ‘Ahora he puesto mis Palabras en tu boca. Mira que en este día te pongo sobre naciones y reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar’”.[2]
Así como Jeremías, muchos jóvenes fueron requeridos por Dios a su servicio. Entre ellos encontramos a José, Eliseo, Daniel, Timoteo, Ester, Jotam y Uzías, quienes en su juventud decidieron honrar a Dios en todas las áreas de su vida.
            Si juzgas que en las etapas de niñez o juventud, no has sido requerido por el Señor para un servicio determinado a su favor, no debes sentirte desalentado. Debes redoblar tus esfuerzos para mantener viva tu fe, acrecentar tu confianza en Dios y no dejar de creer que Él tiene un plan y una misión especial para ti.
            Es preciso que ores y estudies detenidamente su Palabra. Que conozcas la historia Sagrada de los hombres y mujeres que han brindado un servicio excelso. Así, cuando llegue el momento de tu llamado, te encuentres preparado y con suma seguridad le digas: “¡Heme aquí!”.
            Si tienes hijos, tu tarea es prepararlos para ese momento extraordinario.

Por Galdino Enríquez Antonio




[1] 1 Reyes 3:7
[2] Jeremías 1:5-10

viernes, 25 de septiembre de 2015

Dios llama a los niños ha servirle

"Dejad los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.” Lucas 18:16

            Muchos de los relatos que leemos en la Biblia, nos cuentan de personas que fueron llamadas a cumplir una función o a realizar una tarea especial para Dios. Los momentos y las circunstancias en que Dios los llamó, fueron diferentes, incluso la edad que tenían.
            Algunos personajes registrados en la Biblia, los llamó mucho antes de nacer. Por ejemplo, Jeremías fue designado como profeta a las naciones antes que se formase en el vientre de su madre.[1] En el caso de Sansón y Juan el Bautista, Dios se comunicó con sus padres y les dio el aviso de su nacimiento. También les confió una misión especial que cumplirían cuando llegara el momento.[2]
            Isaac fue el hijo de la promesa hecha a Abraham, misma que Dios cumplió en el tiempo propicio.[3] Ciro, el rey persa, fue otro caso especial. Fue escogido por Dios como el restaurador de Jerusalén,[4] más de 100 años antes de su nacimiento.[5]
            El más extraordinario de estos nacimientos, sin duda alguna, fue el de Jesús. En el momento del anuncio de su alumbramiento el ángel dijo: “Él salvará a su pueblo de sus pecados”[6]. Éste era el plan desde antes de la fundación del mundo y estos planes fueron comunicados a Adán y a Eva tras abandonar el huerto del Edén.
            "Dejad a los niños venir a mí – dijo Jesús – no les impidáis”[7]. Dios se ha tomado el tiempo para llamar a niños y niñas a su servicio. En la casa de Naamán, el general sirio, vivía una niña cautiva, quien fue instrumento de Dios para indicar el camino de la sanidad al jefe militar. El niño que llevaba 5 panes y 2 pececillos aceptó la invitación de Jesús para entregar su merienda y así alimentar a más de 5000 personas.
            También llamó a otros niños, entre ellos, encontramos a Samuel. Él fue invitado mientras servía en el templo para realizar una tarea especial. Josías con apenas 8 años, fue aprobado por Dios para ser elegido rey[8]. Al profeta Jeremías le fue muy clara la reprensión de parte de Dios cuando le dijo: "No digas, soy un niño. Porque tú irás donde yo te envíe, y dirás lo que yo te mande.”[9]
            Herencia de Jehová son los hijos, ¿qué harás con ellos?

Por Galdino Enríquez Antonio

Leer: “En busca de lo que se ha perdido”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/en-busca-de-lo-que-se-ha-perdido.html
Leer: “Del sueño a la realidad”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/del-sueno-la-realidad.html




[1] Jeremías 1:5
[2] Jueces 13:1-25; Lucas 1:5-25
[3] Génesis 15:1-16
[4] Isaías 44:28
[5] White, Elena G. de. “La mano de Dios sobre la organización” (miércoles 08 de septiembre) CONFLICTO Y VALOR. Libro Devocional consultado en la Biblioteca Electrónica: Fundamentos de Esperanza.
[6] Mateo 1:21
[7] Mateo 19:14
[8] 2 Reyes 22:1
[9] Jeremías 1:7

sábado, 19 de septiembre de 2015

Del sueño a la realidad

“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor.” Mateo 24:42

            Ingrid es una joven argentina, que hace algunos años graduó como médico. Su deseo es ser escritora, le encanta leer y admira a Gabriel García Márquez más que a cualquier otro escritor en el mundo; ha leído casi todo lo que este laureado escritor ha publicado.
Hace casi un lustro, para ser precisos, el 17 de febrero del 2011, hizo realidad uno de sus más grandes sueños: conocer en persona al colombiano, Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
            Durante dos años planeo su viaje. Este recorrido tuvo una duración de al menos tres meses. El plan consistía en viajar por el Caribe visitando ciudades coloniales, playas, sitios de interés turístico e islas de diferentes países, como Colombia, Panamá y México. En trayecto pretendía conocer a muchas personas y hacer grandes amigos.
Trabajó vendiendo artesanías de macramé en su lugar de origen; también ayudó en la ferretería de su padre para reunir los recursos para financiar su viaje. Viajó sola porque no le fue posible que amigos o familiares dispusieran de tres meses para realizar el recorrido trazado.
Durante el viaje, trabajó en un restaurante, así como en un hotel. Tuvo la oportunidad de conocer al hermano de Gabriel García Márquez y recorrer las calles de la población que inspiró la obra: “Cien años de soledad”.
Sus emociones se desbordan al describir las sensaciones vividas al momento de encontrarse con la persona que más admira en el mundo de la literatura.
Ingrid pasó días planeando, ahorrando y trabajando para lo que sería un día especial. Un día que le permitiría encontrarse con Gabriel García Márquez.
Un día tú y yo tendremos un encuentro especial con el Señor de señores y Rey de reyes y tenemos que planear nuestro encuentro con él. Desconocemos el tiempo de preparación debemos tener, pero lo que si debemos hacer, es iniciarla cuanto antes. Nos corresponde alistarnos para tan importante acontecimiento. Tenemos que hacer los planes necesarios, no sea que cuando llegue el momento, nos encontremos sin preparación.
Es necesario incluir en la preparación el estudio de la Palabra de Dios (Biblia), pasar gratos momentos en oración, testificar a otros sobre las grandes y preciosas bendiciones que hemos recibido del Creador del Universo. Ser devotos de las cosas sagradas, amar a Dios y a los hombres. Entregar nuestra vida a Jesús a través del bautismo.
            ¿Qué estás haciendo para tener ese encuentro especial y eterno con Jesús?

Por Galdino Enríquez Antonio

viernes, 18 de septiembre de 2015

El otro joven rico

“Eliseo se volvió de en pos de Elías. Tomó un par de bueyes, y los mató. Con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo que comiese.  Después se levantó, fue tras Elías y le servía.” 1º de Reyes 19:21

            En la entrada anterior hablamos del joven que era rico y que los escritores bíblicos no registran su nombre. Pero bien podrías darle el nombre que gustes, es una historia que puede pertenecer a cualquiera que ame las cosas materiales. El joven rico de esta entrega, la Biblia registra su nombre: Eliseo.
            Para que te des cuenta de la magnitud de sus riquezas, analiza lo que el escritor bíblico apuntó de él: “araba con doce yuntas delante de sí, y él estaba con la duodécima.”[1] ¿Qué extensión tenían sus tierras cultivables para tener que ararlos con doce yuntas? ¿Cuán enorme era la troja para guardar las cosechas o el forraje del ganado? ¿Solamente eran once sus criados? No lo dice la Biblia, pero imagínese las respuestas.
            Sin embargo, no dudó ni un momento en seguir al profeta Elías que lo invitó. No para hacer negocios, ni obtener más riquezas, sino para convertirse en un simple servidor. Pero antes de seguir al profeta de Dios, decidió despedirse con un festín.
            Mató un par de bueyes, los cocinó con la leña del arado e invitó a los habitantes de su pueblo para darles la noticia. Me imagino a Eliseo llamando la atención a los asistentes al banquete y compartir su alegría de convertirse en siervo de Elías.
Muchos no lo entendieron, es probable que alguien lo increpara diciéndole: “¿No sabes que Elías es un prófugo de la justicia? El ejército real lo busca por el asesinato de 850 profetas de Baal… además, se cree que cohabitó con una viuda allá en Sarepta…” Y muchas otras cosas, como dejar la comodidad del hogar, un trabajo exitoso o un futuro sin contratiempos.
En fin, lo que quiero resaltar es que, a diferencia del joven rico del Nuevo Testamento, que se fue triste, Eliseo hizo fiesta para festejar su incursión en el ministerio al servicio del Dios vivo. Hoy te encuentras leyendo estas líneas, ¿cómo te sientes al servicio de Dios? ¿Trieste o contento? ¿Alegre o desanimado?
Espero que compartas la alegría de Eliseo y no la tristeza del joven rico, que prefería las riquezas materiales, que el seguir a Jesús.
Por Galdino Enríquez Antonio



[1] 1º de Reyes 19:19

jueves, 17 de septiembre de 2015

El joven rico

“Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: ‘una cosa te falta, anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz’.” 
Marcos 10:21
            En el registro bíblico encontramos la historia de dos jóvenes ricos que tuvieron que tomar una decisión que marcó sus vidas para siempre.
            Comenzaré con el joven cuya historia es contada en el Nuevo Testamento. No fue registrado su nombre, pero se le identifica como el joven rico. Este joven se presentó ante Jesús para hacerle una pregunta:
-          “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”[1]
-          Los mandamientos sabes – le contestó Jesús -, no matarás, no cometerás adulterio, no levantarás falso testimonio contra tu prójimo, honra a tu padre y a tu madre.

-          Señor, todo eso lo he guardado desde hace mucho tiempo, desde que era un niño. Sin embargo, creo que me hace falta algo. Dime algo nuevo que yo no sepa o que haya hecho.
Jesús lo miró con amor y supo que a este joven le faltaba comprender un tema importante. Decidió entonces mostrarle lo que le impedía sentirse salvo. No le señaló  algo que le faltaba, sino algo que le sobraba. Y a este joven le sobraba amor, amor por las pertenencias.
Él tenía muchas posesiones y Jesús le pidió dejar a un lado al centro de sus atenciones, es decir, a dichas posesiones. Cuenta el registro bíblico que el joven se fue triste por el pedido del Señor Jesús. Muchos jóvenes y señoritas son como este personaje. Tienen objetos, personas o situaciones de la vida que estiman más que a los asuntos celestiales.
Parafraseemos el pasaje de Marcos que dice: “anda vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás tesoro en el cielo, toma tu cruz y sígueme. Pero él se fue triste porque tenía muchas posesiones.”
Pensemos en un joven o señorita que le encanta cierto tipo de música, la que nos aleja del trono de la gracia en lugar de acercarnos. Jesús le pediría: Anda, deshazte de la música que escuchas y ven sígueme. Ese joven o señorita se iría triste, porque tiene muchos cd’s de música que escuchará todavía.
Otro caso: un chico que tiene afición por las revistas inmorales o una chica que se emociona con las revistas de moda, el Señor le diría: Anda, destruye todas esas revistas que tienes guardado en tu armario y ven y sígueme. Este chico o chica se iría triste porque tiene muchas revistas que mirar todavía.
Igualmente podríamos aplicar la paráfrasis para un chismoso, un mujeriego, un glotón, un fanático de las películas inmorales o de la persona que no se pierde su programa de televisión favorito.
            Y a ti, ¿qué te pediría el Señor dejar de amar para tener tesoros en el Cielo?

Por: Galdino Enríquez Antonio

Leer: "En busca de lo que se ha perdido", en http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/en-busca-de-lo-que-se-ha-perdido.html 


[1] Marcos 10:17

domingo, 13 de septiembre de 2015

En busca de lo que se ha perdido

"¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y nos salvará… nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación". Isaías 25:9

             A los pocos meses de haber llegado a Tapachula, Chiapas, para trabajar en el Colegio ASD de la ciudad, los remanentes del huracán Stan, hicieron estragos en la costa chiapaneca y la institución donde laboraba fue habilitada como albergue.
            Al final de esa semana caótica, en el mes de octubre del 2005, llegó al colegio una mujer con los ojos llorosos. Con sus sandalias enlodadas, su ropa sucia y su cabello desalineado, abordó a mi esposa y le preguntó por un bebé de meses de nacido. Cuando la mujer escuchó la respuesta de mi esposa, soltó en llanto y comenzó a platicar su calvario.
            Cuando el río se desbordó, esta mujer, sin perder más tiempo, se encontró corriendo junto a otras personas por las calles de la colonia donde vivía. El pánico los hizo tomar un camino que terminaba, sin saber ellos, justo frente a un muro. Por la premura tiempo, comenzaron a ayudarse para saltar aquella pared y seguir huyendo. Una persona que se encontraba sobre la pared, tomó al bebé y lo entregó a alguien más del otro lado del muro. Quien recibió al bebé, presa del temor, salió corriendo sin esperar a la madre.
            Para cuando la madre logró estar del otro lado, la persona que recibió a su bebé ya se había perdido de vista. Nadie le supo decir quien había tomado a su bebé ni el rumbo que había seguido. En ese momento comenzó la búsqueda desesperada por su bebé. Recorrió la ciudad con la esperanza de que alguien le diera noticias de su bebé.
            Esto me recuerda el recorrido que Dios ha hecho a lo largo de la historia. Buscó a Adán en el huerto del Edén; a Noé en medio de una sociedad malvada; encontró a Moisés en el desierto cuidando un rebaño de ovejas; a Pedro y a otros discípulos ocupados en su trabajo; a José y a Daniel los encontró sirviendo primero como esclavos. Ese mismo Dios te busca hoy a ti: en tu lugar de trabajo, en la escuela donde estudias, en tu hogar, en cualquier lugar donde puedas estar.
            Varios días después, en la televisora local, apareció una mujer sosteniendo a un bebé en brazos. Era la misma mujer que nos visitó en el improvisado albergue. En el rostro de mi esposa se dibujó una sonrisa y dio gracias a Dios.
            Muy pronto Jesús aparecerá en las nubes de los cielos para llevarse a los que se habían perdido por el pecado y que han sido rescatados por el sacrificio hecho por Cristo Jesús en la cruz del calvario. Espero que tu y yo, nos encontremos ese día con las manos levantadas hacia al cielo diciendo: "¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y nos salvará… nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación".[1]

Por: Galdino Enríquez Antonio




[1] Isaías 25:9