“Entonces
Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: ‘una cosa te falta, anda, vende todo lo
que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme,
tomando tu cruz’.”
Marcos 10:21
Marcos 10:21
En el registro bíblico encontramos
la historia de dos jóvenes ricos que tuvieron que tomar una decisión que marcó
sus vidas para siempre.
Comenzaré con el joven cuya historia
es contada en el Nuevo Testamento. No fue registrado su nombre, pero se le identifica
como el joven rico. Este joven se presentó ante Jesús para hacerle una
pregunta:
-
“Maestro bueno, ¿qué haré para
heredar la vida eterna?”[1]
-
Los mandamientos sabes – le
contestó Jesús -, no matarás, no cometerás adulterio, no levantarás falso
testimonio contra tu prójimo, honra a tu padre y a tu madre.
-
Señor, todo eso lo he guardado
desde hace mucho tiempo, desde que era un niño. Sin embargo, creo que me hace
falta algo. Dime algo nuevo que yo no sepa o que haya hecho.
Jesús
lo miró con amor y supo que a este joven le faltaba comprender un tema
importante. Decidió entonces mostrarle lo que le impedía sentirse salvo. No le
señaló algo que le faltaba, sino algo
que le sobraba. Y a este joven le sobraba amor, amor por las pertenencias.
Él
tenía muchas posesiones y Jesús le pidió dejar a un lado al centro de sus
atenciones, es decir, a dichas posesiones. Cuenta el registro bíblico que el
joven se fue triste por el pedido del Señor Jesús. Muchos jóvenes y señoritas
son como este personaje. Tienen objetos, personas o situaciones de la vida que
estiman más que a los asuntos celestiales.
Parafraseemos
el pasaje de Marcos que dice: “anda vende todo lo que tienes y dáselo a los
pobres y tendrás tesoro en el cielo, toma tu cruz y sígueme. Pero él se fue
triste porque tenía muchas posesiones.”
Pensemos
en un joven o señorita que le encanta cierto tipo de música, la que nos aleja
del trono de la gracia en lugar de acercarnos. Jesús le pediría: Anda, deshazte
de la música que escuchas y ven sígueme. Ese joven o señorita se iría triste,
porque tiene muchos cd’s de música que escuchará todavía.
Otro
caso: un chico que tiene afición por las revistas inmorales o una chica que se
emociona con las revistas de moda, el Señor le diría: Anda, destruye todas esas
revistas que tienes guardado en tu armario y ven y sígueme. Este chico o chica
se iría triste porque tiene muchas revistas que mirar todavía.
Igualmente
podríamos aplicar la paráfrasis para un chismoso, un mujeriego, un glotón, un
fanático de las películas inmorales o de la persona que no se pierde su
programa de televisión favorito.
Y a ti, ¿qué te pediría el Señor
dejar de amar para tener tesoros en el Cielo?
Por: Galdino Enríquez Antonio
Excelentes reflexiones. Gracias por compartir
ResponderEliminarExcelentes reflexiones. Gracias por compartir
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