Estamos iniciando un nuevo trimestre en el estudio de Las Escrituras y con ello, un nuevo folleto o cartilla de la Lección de Escuela Sabática. En esta ocasión, el estudio se centrará en un par de cartas paulinas, que guardan lecciones extraordinarias para nuestros días. En el presente post, presentaremos una breve introducción de los aprendizajes que nos aguardan en el trimestre que estamos iniciando y conoceremos un poco más de las cartas que se estarán examinando.
El mensaje de Filipenses y
Colosenses para la iglesia de hoy
¿Qué tienen en común una iglesia agradecida y generosa como la de Filipos, y una
congregación amenazada por ideas confusas como la de Colosas? A simple vista, muy poco. Sin embargo, el apóstol Pablo vio en ambas comunidades una misma necesidad fundamental: mantener a Cristo en el centro, como el único capaz de unir el cielo y la tierra.Ese será el énfasis del próximo trimestre de
estudio bíblico, que nos llevará a explorar dos de las cartas más profundas,
cristocéntricas y pastoralmente ricas del Nuevo Testamento: Filipenses y
Colosenses.
Una misión humanamente imposible,
sostenida por el poder divino
El estudio del trimestre nos sitúa en el gran marco
del plan de salvación: la reconciliación entre Dios y la humanidad.
Desde una perspectiva humana, esa misión parece inalcanzable. Sin embargo,
Jesús nunca encargó una tarea sin prometer su presencia y su poder.
Pablo entendió esto mejor que nadie. Enviado a los
gentiles, enfrentó persecución, prisiones y oposición constante. Aun así, desde
una celda romana escribió cartas llenas de esperanza, gozo y una visión elevada
de Cristo. Su experiencia demuestra una verdad clave que atraviesa ambas epístolas:
Dios no busca capacidad humana autosuficiente, sino dependencia total de
Cristo.
Filipenses: gozo, humildad y una
vida centrada en Cristo
La carta a los Filipenses revela a un Pablo
profundamente unido a una iglesia que amaba y que lo amaba a él. Escrita desde
la prisión, sorprende por su tono: no es una carta de quejas, sino de gozo.
En Filipenses, el evangelio se vive de manera
práctica:
- El
gozo no depende de las circunstancias, sino de la comunión con Cristo.
- La
humildad es el camino de la verdadera grandeza cristiana.
- La
unidad de la iglesia se protege cuando todos adoptan “la mente de Cristo”.
El famoso himno cristológico de Filipenses 2
presenta a Jesús como aquel que, siendo Dios, se humilló hasta la muerte de
cruz. Aquí aprendemos que la misión avanza no por poder o prestigio, sino
por el amor sacrificial.
Colosenses: la supremacía
absoluta de Cristo
Si Filipenses muestra cómo vivir en Cristo, Colosenses
responde a la pregunta: quién es Cristo realmente.
Pablo escribe a una iglesia que nunca visitó, pero
que enfrentaba enseñanzas que disminuían la centralidad de Jesús. Su respuesta
es una de las declaraciones más sublimes sobre Cristo en toda la Escritura:
- Cristo
es la imagen del Dios invisible.
- Todo
fue creado por medio de él y para él.
- En él
habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad.
Colosenses afirma que no necesitamos añadir nada
a Cristo: ni filosofías humanas, ni prácticas religiosas externas, ni
misticismo espiritual. En Jesús, el cielo y la tierra se encuentran plenamente.
Un mensaje urgente para la
iglesia actual
Estas dos cartas, leídas juntas, ofrecen una visión
completa y equilibrada:
- Filipenses nos muestra una iglesia
viva, gozosa y comprometida con la misión.
- Colosenses nos recuerda que esa misión
solo es posible si Cristo ocupa el lugar supremo.
Pablo escribió sabiendo que su tiempo era corto,
pero también consciente de que el futuro de la iglesia dependía de su conexión
con el cielo y de su unidad en la tierra. Ese mismo desafío permanece hoy.
En un mundo fragmentado, acelerado y saturado de
voces, Filipenses y Colosenses llaman a la iglesia a levantar la mirada y
afirmar con convicción: Cristo es suficiente. Cristo es el centro. Cristo es
el vínculo entre el cielo y la tierra.
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