Comenzamos un nuevo trimestre y, con ello, nuevo Folleto de Escuela Sabática, que nos introducirá al mundo fascinante del cristianismo de la iglesia primitiva. Al estudiar la carta de Pablo, escrita desde la cárcel, a los hermanos en la fe de Éfeso, descubriremos cómo seguir a Cristo en momentos complicados, manteniendo buen ánimo y disposición de seguir con la misión que nos corresponde completar.
Aunque esta carta fue dirigida a un público distinto al nuestro y en una época diferente, las metáforas que Pablo utiliza, los consejos que expone, el cuidado de mantenerse alertas ante los embates de una gran urbe, el listado de peligros de diversa índole (el libertinaje sexual, los fraudes comerciales, la división en la iglesia, el descuido de la fe, entre otros), siguen siendo tan actuales como el mismo día que fue escrito.
En esta carta, Pablo enfatiza la exaltación de Jesucristo
como el Señor y Salvador supremo. Destaca su obra redentora y su posición como
cabeza de la Iglesia. Enseña que la salvación es un regalo de Dios otorgado por
su gracia y misericordia, no como resultado de nuestras obras o méritos. Esto último,
lo aborda también en cartas para los romanos y hebreos.
Preocupado por la promueve la unidad y la armonía dentro de
la comunidad cristiana, enfatizando que todos los creyentes son miembros del
mismo cuerpo de Cristo. Exhorta, además, a los creyentes a vivir en obediencia
al Espíritu Santo, permitiendo que Él les guíe, transforme y capacite para
llevar una vida santa. Sin su ayuda, como dijo Jesús, “nada podemos hacer”.
Esta carta contiene también enseñanzas sobre el matrimonio y
la dinámica familiar, destacando la importancia del amor, el respeto mutuo y la
obediencia voluntaria en el contexto matrimonial. El momento post – Covid que
vivimos, la familia necesita recuperar su protagonismo en el desarrollo
espiritual de cada uno de sus miembros, a fin de capacitarlos para la eternidad.
Pablo advierte sobre la existencia de fuerzas espirituales
malignas y enseña a los creyentes a resistir y combatir las tentaciones y
ataques del enemigo. Para ello, hace uso de cuatro metáforas: el cuerpo de Cristo,
el templo vivo, la esposa de Cristo y el ejército de Cristo, con los cuales
busca fijar en la mente de sus lectores enseñanzas que deben tener presente con
frecuencia.
Oramos al Señor para que el estudio de este trimestre sea de
bendición para nosotros, para nuestra familia, para la iglesia y para aquellos
con los que nos relacionamos de manera cotidiana.
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