sábado, 25 de febrero de 2017

¿Satanás quiere que oremos?

“Destruirás a los que hablan mentira. Al sanguinario y engañador abomina el Eterno.” Salmo 5:6

La sabiduría mundana señala que la oración no es del todo indispensable. Algunos hombres de ciencia declaran que no puede haber respuesta real a las plegarias. Un milagro propiciado por una súplica equivaldría a una violación a las leyes que rigen a la naturaleza.[1] Por lo tanto, es imposible pensar que los milagros ocurran por la intervención divina en nuestras vidas… bueno, eso es lo que piensan algunos hombres de ciencia.

Resultado de imagen para oraciónPero más allá de esto, Satanás hecha mano de otras artimañas: nos llena de indiferencia, indolencia y glotonería. Nos bombardea con diversas formas de sensualidad vana, de un sinfín de placeres, de ostentación. Nos motiva a buscar ganancias fáciles, fraudulentas. Procura que nuestra confianza esté puesta en cosas terrenas y no en las eternas.

Nos aísla volviéndonos fanáticos deportivos, amantes de los juegos de azar y adoradores de diversos programas de televisión. Llena nuestro corazón de desánimo por las oraciones no contestadas. Se apoya de los chismes y de la crítica para hacernos desfallecer. Un corazón desanimado, sin fuerzas ni deseos para orar, es lo que espera de nosotros.

Siembra el deseo por la comodidad y la apatía espirituales. Nos rodea de avaricia, trivialidad, rencor e hipocresía. Ataca a los líderes eclesiásticos, mina los esfuerzos evangelísticos, nos satura de tentaciones. Distrae a los jóvenes con diversiones baratas: el cine, la moda, la fama, incluso con el lenguaje de chatura moral y lleno de desconfianza en Dios.

Anda como león rugiente, buscando a quien devorar.[2] Nos acosa con montañas de desaliento, letargo espiritual, propósitos frívolos y nos roba la fuerza y el denuedo. Nos hace dudar cuando oramos con elocuencia y no hay respuesta. Nos hace ver que a la oración como una necedad de Dios y no nuestra. Nos inunda con la idea que Dios tiene otras ocupaciones más interesantes que fijarse en nosotros.

Nos hace razonar de la siguiente manera: “Si Dios sabe lo que necesitamos, mucho antes que se lo pidamos, entonces, ¿para qué orar?” Y en otras ocasiones solemos decir: “¿Por qué orar y esperar que Dios resuelva mis problemas si puedo remediar mis asuntos yo mismo?” No es que Dios necesite de nuestras oraciones; las oraciones nos acercan a Dios, y esa sí que es una verdadera necesidad nuestra.

Si Satanás hace todo esto, no debemos olvidar que “al acudir en respuesta al pedido de oración, es como nos humillamos a nosotros mismos y nos ponemos al alcance del mayor poder en todo el universo… el camino de la humillación es la que nos conduce a las alturas… Admitir que se tiene grandes necesidades, es poseer el reino de los cielos.”[3]

Mi oración por ti será:
            “El Eterno te bendiga y te guarde. El Eterno haga resplandecer su rostro sobre ti, y te conceda su bondad. El Eterno te mire con amor, y te dé paz.[4]

Por Galdino Enríquez Antonio

Leer “¿Cuál es tu postura favorita de oración?”, en:


Leer “¿Cuáles son las posturas de oración que podemos usar?”, en:





[1] Consejos sobre salud, pág. 579
[2] 1 de Pedro 5:8
[3] Randy, pág. 87
[4] Números 6:24-26

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