"Está atento a la voz de mi
clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré.” Salmo 5:2
“Orad
los unos por los otros”[1],
escribió el apóstol Santiago. Y más que una invitación o mandamiento, es una
necesidad imperante en nuestros días. “Nadie
ora por toda la gente que tiene necesidad.”[2]
En
la Biblia encontramos a hombres y mujeres que oraron por otros. Un ejemplo de
ello es Job, quien oró por sus amigos.
También Elías y Eliseo oraron por personas enfermas. Jesús mismo oró por sus discípulos
y también por nosotros, según se registra en Juan 17. Muchas de las oraciones públicas de Jesús fueron para personas
necesitadas de salud o bienestar espiritual.
Samuel
oró por el pueblo de Israel y por el rey Saúl; Moisés lo hizo por sus hermanos,
Aarón y María. Esteban oró por los que
lo estaban apedreando y Salomón pidió bendición del Señor para el pueblo de
Israel durante la dedicación del templo. Job lo hacía con frecuencia por cada
uno de sus hijos.
El
apóstol Pablo hace una petición a Timoteo: “Ante
todo, insto a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acción de gracias
por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en
eminencia, para que vivamos en quietud y paz, con toda piedad y dignidad.”[3]
Esta petición también es para nosotros; es una prerrogativa para este tiempo en
que las autoridades requieren de tanta sabiduría para gobernar.
En
repetidas ocasiones se mencionan personajes bíblicos pidiendo que oren por
ellos. Pablo le escribió a los cristianos de Colosa: “Orad también por nosotros, para que el Señor nos abra la puerta de
la palabra, para dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual aún estoy
preso.”[4]
¡Qué motivo tan excelso!
Durante
la noche de la transfiguración, algunos discípulos acompañaron a Jesús para
orar, pero el sueño los venció. La noche en que fue entregado Jesús por Judas a
los soldados romanos, él reprendió a sus
discípulos más allegados no haber orado siquiera una hora por él.
Muchos
cristianos perciben la promesa: “estoy
orando por ti”, como una máscara que proyecta piedad, pero esconde una
actitud indiferente y perezosa de parte del que ora.[5]
No pronunciemos estas palabras a menos que en verdad lo estamos haciendo. No
hay nada más doloroso que descubrir que alguien nos ha estado mintiendo.
Orar
por nuestros hijos, por los ministros, por las autoridades, por los vecinos,
por la familia extendida, por los enfermos, por los encarcelados, y sobre todo, por los que han de conocer a Dios por nuestro testimonio y ejemplo… realmente hay
mucha gente por las cuales orar. Los conductores del transporte público, el
cajero del banco, el despachador del mercado, el profesor de nuestros hijos, la lista podría ser tan grande como
queramos.
¿Por
quién debería orar hoy?
Por Galdino Enríquez
Antonio
Leer: “¿Cuáles son los cuidados que debo tener con la
lengua?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/02/cuida-tu-lengua.html
Leer: “Quién es una persona de éxito?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/01/quien-es-una-persona-de-exito.html
Leer: “Cualidades de una persona de éxito”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/01/cualidades-de-una-persona-de-exito.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario