viernes, 3 de febrero de 2017

La mejor arma esta a nuestro alcance

“Oh Eterno, de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré ante ti, y esperaré.” Salmo 5:3

A lo largo de las historias narradas en la Biblia, encontramos relatos que cuentan sobre la liberación del pueblo de Dios de la mano de los enemigos. Dios dispuso para esos momentos difíciles instrumentos o “armas” en las manos de sus siervos para que lideran al pueblo de Israel.

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Así, encontramos a Samgar haciendo uso de un instrumento de trabajo para defender los intereses israelitas. El “arma” que usó fue una aguijada de buey[1]; una especie de lanza de madera con cabeza metálica afilada, que se usaba para punzar a los bueyes que avanzaban lento durante el jornal. Con este instrumento enfrentó a seiscientos filisteos y los venció.

Sansón echó mano de una quijada de asno para hacer frente a mil hombres y los mató.[2] Durante dieciocho años, el pueblo de Israel sirvió a Eglón, rey de Moab. Para liberarlos, Dios dirigió a un hombre zurdo, que preparó un puñal de dos filos[3]. Con dicho puñal, Aod dio muerte al rey moabita y libertó al pueblo de Israel de la servidumbre.

Tras la muerte de Aod, Jabín reinó Canaán y sometió a Israel en servidumbre. Dios envió un mensaje de liberación a Débora para Barac. Tras el enfrentamiento entre ambos ejércitos, Sísara, jefe del ejército de Jabín, huyó para salvar su vida. Encontró en el camino una tienda donde se escondió. Jael lo recibió con un vaso de leche y lo ocultó en la tienda. Mientras Sísara dormía, Jael tomó una estaca de la tienda y un mazo y le hincó la estaca por la sien y lo clavó en tierra[4].

Y así, a lo largo del relato bíblico, encontramos a Dios liberando a su pueblo de la opresión enemiga con instrumentos cotidianos. Moisés usó una vara de pastor de ovejas para dirigir a Israel a la tierra prometida. Gedeón empleó ollas de barro con teas encendidas. David una onda lanza piedras para enfrentar al gigante Goliat.

Pero el relato que se encuentra en Josué 6, narra el instrumento que Dios usó: la voz humana. En un momento dado, en la toma de Jericó, el pueblo tenía que gritar. Cuando en pueblo obedeció la orden, las murallas de Jericó cayeron sin la necesidad de provocarle algún daño a los cimientos o usar catapultas.

Hoy en día no necesitamos puñales, estacas, gritos, aguijadas, quijadas u otros instrumentos. Hoy, para hacer frente a nuestros enemigos, a las tentaciones, a los peligros de la vida, nuestro instrumento es la oración. No necesitas llevar contigo algo, sólo el deseo y la necesidad de estar comunicado con Dios.

¿Usarás tu instrumento de liberación hoy?

Por Galdino Enríquez Antonio







[1] Jueces 3:31
[2] Jueces 15:16
[3] Jueces 3:14-26
[4] Jueces 4:17-22

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