“Llegue mi oración ante ti,
líbrame conforme a tu promesa.”
Salmo 119:170
No
siempre estamos dispuestos a orar las veces que sean necesarias. Numerosos cristianos pierden la fe cuando
oran una o dos veces por algo y no reciben respuesta. Es frecuente que
tengamos el deseo de que nuestras oraciones sean contestadas al instante. En
algunas ocasiones ocurre así. Afortunadamente, para muchos, no siempre sucede
así, aunque para muchas personas, esto es lamentable.
Existieron
personajes bíblicos que oraron hasta que les fue contestada su oración. No es
que Dios estuviera ocupado en otros asuntos o que no desee darnos lo mejor.
Muchas veces el problema somos nosotros. Pedimos
con poca fe, pedimos mal, no pedimos conforme a la voluntad de Dios,
presentamos pedidos egoístas o simplemente Dios desea desarrollar en nosotros
paciencia y total dependencia de él.
En
el salmo 119:164, el rey David hace mención del número de veces que alababa a
Dios cada día y que sería bueno imitarlo: “Siete veces al día te alabo, por tus
justos juicios.” Noten bien la última parte del pasaje: por tus juicios justos. Si
el Señor se tarda aparentemente en contestarnos, algo mejor está por venir,
por lo que no debemos dejar de orar.
Después
de la demostración que Dios hizo de su poder en el monte Carmelo, Elías pudo
confiar que con solo mandarle un mensaje a Dios, llovería al momento; sin
embargo, no oró ni una ni dos veces: ¡siete
veces[1]
tuvo que presentarse a Dios en oración!
El
apóstol Pablo tenía una molestia en los ojos, una especie de escama que, con
frecuencia, lo importunaba. Tres veces[2]
buscó en oración ser curado de este malestar, pero recibió una fabulosa
respuesta: "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la
debilidad".
Daniel tenía
la costumbre de orar tres veces al día.[3] Podemos suponer que estas
eran oraciones especiales, faltarían las que hacía antes de tomar los alimentos
o cuando enfrentaba alguna situación en particular dentro del palacio.
En
el evangelio de Mateo 26:37-46, se registra la oración de Jesús en el Getsemaní.
Esa noche oró a Dios por espacio de una
hora, en tres ocasiones. En cada una de ellas el pedido fue el mismo.
No
sé cuantas veces tengas que orar por algo, pero lo que no debemos dejar de
hacer es mantenernos en comunión con el Padre.
Por Galdino Enríquez
Antonio
Leer “Forastero se compadece de
moribundo”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/09/forastero-se-compadece-de-moribundo.html
Leer “¿Qué te hace falta en la
vida?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/09/que-te-hace-falta-en-la-vida.html
Leer “¿Cuándo deberíamos orar?”,
en:
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