“Oh
Eterno, escucha mi oración, atiende mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por
tu justicia.”
Salmo 143:1
Orarle a Dios con un
motivo, llevó a muchos personajes de la antigüedad a tener un encuentro
personal con él, ¿cuáles fueron estos motivos?
Ana
lo hizo pidiendo un hijo.[1]
¿Cuántas veces lo hizo? No lo sabemos, pero oró por un hijo. Nehemías mientras servía como copero ante el rey
Artajerjes. Él oró por éxito y para
hallar gracia ante el rey, a quien le presentaría un plan de trabajo fuera
del palacio real.[2]
David oró por la salud de
uno de sus hijos,[3] oró por el perdón de sus
pecados,[4]
oró por un corazón limpio y un espíritu recto,[5] oró pidiendo completa seguridad.[6]
También lo hacía para consultar a
Jehová, sobre todo si debía enfrentar en batalla a los enemigos del pueblo
de Dios.[7]
Daniel oraba para dar
gracias a Dios por todo.[8] También lo hizo para que
Dios le rebelara el sueño que Nabucodonosor tuvo.[9]
Job acostumbraba orar por sus hijos[10],
también lo hizo por sus amigos[11];
oraba por si alguien o él mismo habían cometido pecado.
Jonás,
tras ser devuelto por el gran pez, se dirigió a Nínive a predicar y el pueblo
entero se arrepintió de sus pecados. Jonás, muy molesto, en aquella ocasión
deseo la muerte. En esa circunstancia, Jonás elevó una oración al Padre.[12]
El profeta Elías también deseo la muerte en una ocasión y le pidió al Señor que
le quitara la vida.[13]
No es mi intención invitarte a que tengas el deseo de pedir la muerte, lo que
quiero afirmar es que, cuando tengas
este sentimiento contigo, busca a Dios en oración como lo hicieron Jonás y
Elías.
Jesús tuvo muchos motivos de oración. Oró por
Pedro, por la venida del Espíritu Santo, por todos los seguidores que tendría
después de ascender al Cielo, por muchos enfermos, por muchos padecimientos,
también lo hizo por ti y por mi.[14]
Por
Galdino Enríquez Antonio
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