“Completad mi gozo, tened el mismo sentir, el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa.” Filipenses 2:2
Vivimos
en una época donde difícilmente hay unidad. Las familias se desintegran. Las
empresas fracasan por la desunión de los socios. Las naciones se derrumban por
falta de acuerdo entre los líderes políticos. Los deportes de conjunto reclaman
unidad de objetivo entre sus integrantes.
Las
congregaciones religiosas no están muy lejos de esta realidad. Es necesario
promover entre nosotros la unidad de propósitos. Que todos marchemos en una
sola dirección. Que seamos un cuerpo en Cristo, para que juntos avancemos en la
predicación del evangelio y juntos recibamos al Señor Jesús en las nubes de los
cielos.
Cuando
los posdiluvianos decidieron unirse para construir la Torre de Babel, Dios tuvo
que intervenir para disuadirlos. Esto nos enseña que en la unidad de
propósitos, se lleva a los hombres ha alcanzar sueños, metas y propósitos.
La
orden que recibió Moisés frente al mar Rojo fue: “Di a los israelitas que
marchen.”[1] Si la gente no hiciera
caso a este mandato, solo algunos se habrían salvado. Las murallas de Jericó se
cayeron porque el mandato fue explícito: “…todo el pueblo gritará a gran voz, y
la muralla de la ciudad caerá.”[2] El pueblo debía actuar en
unidad.
Leer: “Dios al control”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/10/dios-al-control.html
El
pedido de Ester a Mardoqueo fue el siguiente: “Ve,
reúne a los judíos que se hallan en Susa, ayunad por mí, y no comáis ni bebáis
en tres días, ni noche ni día. Yo también con mis doncellas ayunaré igualmente.”[3] Lo mismo ocurrió con el
ayuno en Nínive tras el mensaje de Jonás, TODOS ayunaron.
Tras
la ascensión de Jesús al Cielo, “todos éstos (los miembros de la iglesia primitiva) perseveraban unánimes en
oración y ruego, con las mujeres, con María la madre de Jesús, y con los
hermanos de Jesús.”[4]
Más tarde, al estar unidos, descendió el Espíritu Santo en ellos y predicaron
con gran poder para honra y gloria de Dios.
Pronto
el Señor Jesús vendrá en las nubes de los cielos, debería encontrarnos
unánimes, orando fervientemente y sirviendo a la causa de Dios. Jesús viene por
un pueblo, no es probable que venga solo por una persona. ¿Dónde quedaría la
multitud como la arena del mar que vio el Apóstol Juan?
Por
Galdino Enríquez Antonio
Leer “Dejó todo por ti”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/11/dejo-todo-por-ti.html
Leer “El costo de la salvación”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/11/el-costo-de-la-salvacion.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario