"No digas, soy un muchacho. Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo
que yo te mande." Jeremías 1:7
Dios no sólo llama a las personas
antes de nacer o en la niñez, también lo hace en la juventud. Así tenemos al
joven David siendo ungido como rey y enfrentando al gigante Goliat. Juan, el
discípulo amado, aceptó el llamado de Jesús para seguirle al final de su
adolescencia.

“El Eterno me dijo:
‘Antes de formarte en el seno te conocí, y antes que nacieras te aparté, y te
designé por profeta a las naciones’.
“Yo respondí: ‘¡Ay,
Señor Eterno, que no sé hablar, porque soy un muchacho!
“Pero el Eterno me
dijo: ‘No digas, soy un muchacho. Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo
que yo te mande. ’No temas ante ellos, porque yo estoy contigo para librarte’
—dice el Eterno.
“Y el Eterno
extendió su mano, tocó mi boca, y me dijo: ‘Ahora he puesto mis Palabras en tu
boca. Mira que en este día te pongo sobre naciones y reinos, para arrancar y
destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar’”.[2]
Leer: “El joven rico”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/el-joven-rico.html
Así como Jeremías,
muchos jóvenes fueron requeridos por Dios a su servicio. Entre ellos
encontramos a José, Eliseo, Daniel, Timoteo, Ester, Jotam y Uzías, quienes en
su juventud decidieron honrar a Dios en todas las áreas de su vida.
Si juzgas que en las etapas de niñez
o juventud, no has sido requerido por el Señor para un servicio determinado a
su favor, no debes sentirte desalentado. Debes redoblar tus esfuerzos para
mantener viva tu fe, acrecentar tu confianza en Dios y no dejar de creer que Él
tiene un plan y una misión especial para ti.
Leer: “El otro joven rico”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/el-otro-joven-rico.html
Es preciso que ores y estudies
detenidamente su Palabra. Que conozcas la historia Sagrada de los hombres y
mujeres que han brindado un servicio excelso. Así, cuando llegue el momento de
tu llamado, te encuentres preparado y con suma seguridad le digas: “¡Heme
aquí!”.
Si tienes hijos, tu tarea es
prepararlos para ese momento extraordinario.
Por Galdino Enríquez Antonio