"No digas, soy un muchacho. Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo
que yo te mande." Jeremías 1:7
Dios no sólo llama a las personas
antes de nacer o en la niñez, también lo hace en la juventud. Así tenemos al
joven David siendo ungido como rey y enfrentando al gigante Goliat. Juan, el
discípulo amado, aceptó el llamado de Jesús para seguirle al final de su
adolescencia.
El rey Salomón
pidió sabiduría en su juventud para poder dirigir al pueblo: “yo soy joven, y
no sé cómo conducirme”[1].
El profeta Jeremías a su corta edad, se enfrascó en una interesante charla con
el Señor durante su llamado:
“El Eterno me dijo:
‘Antes de formarte en el seno te conocí, y antes que nacieras te aparté, y te
designé por profeta a las naciones’.
“Yo respondí: ‘¡Ay,
Señor Eterno, que no sé hablar, porque soy un muchacho!
“Pero el Eterno me
dijo: ‘No digas, soy un muchacho. Porque tú irás adonde yo te envíe, y dirás lo
que yo te mande. ’No temas ante ellos, porque yo estoy contigo para librarte’
—dice el Eterno.
“Y el Eterno
extendió su mano, tocó mi boca, y me dijo: ‘Ahora he puesto mis Palabras en tu
boca. Mira que en este día te pongo sobre naciones y reinos, para arrancar y
destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar’”.[2]
Leer: “El joven rico”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/el-joven-rico.html
Así como Jeremías,
muchos jóvenes fueron requeridos por Dios a su servicio. Entre ellos
encontramos a José, Eliseo, Daniel, Timoteo, Ester, Jotam y Uzías, quienes en
su juventud decidieron honrar a Dios en todas las áreas de su vida.
Si juzgas que en las etapas de niñez
o juventud, no has sido requerido por el Señor para un servicio determinado a
su favor, no debes sentirte desalentado. Debes redoblar tus esfuerzos para
mantener viva tu fe, acrecentar tu confianza en Dios y no dejar de creer que Él
tiene un plan y una misión especial para ti.
Leer: “El otro joven rico”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/09/el-otro-joven-rico.html
Es preciso que ores y estudies
detenidamente su Palabra. Que conozcas la historia Sagrada de los hombres y
mujeres que han brindado un servicio excelso. Así, cuando llegue el momento de
tu llamado, te encuentres preparado y con suma seguridad le digas: “¡Heme
aquí!”.
Si tienes hijos, tu tarea es
prepararlos para ese momento extraordinario.
Por Galdino Enríquez Antonio