jueves, 14 de julio de 2016

¿Cómo orar?

“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estuve en angustia, tú me aliviaste. Ten misericordia de mí, y oye mi oración.” Salmo 4:1
Karla creció en un hogar donde aprendió a orar de rodillas junto a su lecho. Colocaba sus codos al borde de la cama y juntaba sus manitas a la altura de su pecho mientras cerraba los ojos. Esta escena se repetía cada día por la mañana al levantarse y también a la hora de irse a dormir por las noches.
Una mañana fresca de otoño se despertó y su primera tarea fue orarle al Señor. Ese día puso en las manos de Dios las actividades correspondientes y en especial por el examen que presentaría en la escuela. Después de darse un baño y ponerse guapa con el uniforme de la escuela, bajó a tomarse el desayuno.
Sin darse cuenta de la hora, a la familia se le hizo tarde y Karla no pudo terminar el desayuno. Con cierta prisa subieron al auto y en el camino comenzó a caer una lluvia ligera. Al llegar a la escuela, solo tuvieron sus padres la oportunidad de dejarla en el pórtico y se marcharon a sus centros de trabajo. En su preocupación de no mojarse, Karla esperó un momento más, pero la lluvia arreció.
 Leer “¿Cuántas posturas de oración existen?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/07/cuantas-posturas-de-oracion-existen.html

Al poco rato la campana de su escuela llamó a clases y ella salió corriendo de su espacio de protección. Pero al hacerlo resbaló y cayó en un pequeño charco de agua que se había formado en el patio de la escuela. Se ensució el uniforme y unos alumnos de la escuela se rieron y se burlaron de ella. Muy apenada se levantó y se dirigió a su salón.
Después de la bienvenida, la maestra del grupo les hizo llegar el examen del día. Fue un examen difícil y les llevó gran parte de la mañana. Pronto llegó la hora del recreo, donde era común ver a Karla jugar y divertirse en esos pocos minutos. Pero ese día no fue así. Con el uniforme sucio, le dio pena recorrer el patio de la escuela, por lo que se sentó en el pretil que rodeaba al árbol frente a su salón.
 Tomó su lonchera y colocó su emparedado en sus piernas en tanto que le quitaba la tapa-rosca al recipiente de su bebida. Mientras comía lo que su mamá la había preparado, un niño pasó corriendo junto a ella y golpeó sus rodillas; su lonche terminó en el suelo todavía mojado. Sin poder contener las lágrimas corrió a su salón y se sentó en su banca hasta que terminó el recreo.

Por Galdino Enríquez Antonio 

No hay comentarios:

Publicar un comentario