“El
Espíritu del Señor ha hablado por mí, y su Palabra ha estado en mi lengua.” 2º
de Samuel 23:2
El
apóstol Santiago hace mención de que la lengua es un miembro pequeño, pero que
se jacta de grandes cosas. La compara con el fuego, que por muy pequeño que
sea, enciende grandes bosques.[1]
Cuando es usada la lengua, en un sentido contrario a lo dispuesto por Dios, se
convierte en un mundo de maldad.
El mismo apóstol Santiago refiere
que es muy complicado frenarla. Somos capaces de domar distintas especies de
animales. Podemos controlar enormes navíos. Pero a ella, con suma dificultad.
Cuando no logramos dominarla, podemos declarar la guerra, maldecir a alguien,
ofender al prójimo y levantar falsos testimonios. “…es un mal que no puede ser
refrenado, llena de veneno mortal”[2].
Leer: “¿Para qué deberíamos
formar equipos?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/12/para-que-deberiamos-formar-equipos.html
El chisme, cuya finalidad es
indisponer a una(s) persona(s) con otra(s), tiene como su articulador a la
lengua. El daño que ocasiona un chisme es enorme. Menoscaba la reputación,
mancilla la persona, lesiona el estado anímico de cualquiera que es objeto de
patrañas. Sabias son las palabras de Salomón al señalar que “sin leña se apaga
el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda”[3].
Por
ello, el apóstol Pablo aconseja: “…evita profanas y vanas palabrerías, porque
conducirán más y más a la impiedad”[4].
El proverbista describe que “el joven es conocido por sus hechos, si su
conducta fuere limpia y recta”[5]. Y
la recomendación especial es que “nadie tenga en poco tu juventud, sino se
ejemplo a los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”[6].
Leer “¿Con quién haces
equipo?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2015/12/con-quien-haces-equipo.html
El
salmista dice que el Señor “destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua
que habla jactanciosamente”[7].
Por esa razón el Rey David oraba de esta manera: “sean gratos los dichos de mi
boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía y
redentor mío”[8].
“Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, y de la lengua fraudulenta”[9].
Que Dios bendiga a cada uno y nos
ayude a cuidar nuestra lengua.
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