martes, 6 de septiembre de 2016

¿Qué te hace falta en la vida?

“Así, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos.” 1ª Timoteo 6:8

Las mejores noches para descansar y dormir sin preocupaciones, siempre serán los viernes para mí. Pero cierta noche de viernes, las preocupaciones me impidieron cerrar los ojos y disfrutar de un dulce sueño. Me acosté de mi lado derecho, luego boca arriba, me cambie de lugar y no conseguí dormir. Y en medio de la noche oscura, sin luna ni viento que moviera los árboles, comienzo a platicar; si, a platicar con Dios y descargar mis penas con él.

Resultado de imagen para hombre tristeLe pedí su cuidado para mis padres en la lejanía, por mi hijo que se encontraba en el campamento de conquistadores. Oré para que calmara mis temores y ocultara de mi presencia las desilusiones. Claro, no podían faltar los temas que tienen que ver con lo económico y las dificultades que acarrea. Me sentía incapaz de salir adelante con los diferentes compromisos y obligaciones financieras de la familia. Fue una charla larga.

No recuerdo en que momento el sueño llegó y quedé profundamente dormido. Lo que si recuerdo vívidamente fue el sueño que tuve esa noche y quiero compartirlo con los lectores. En ese sueño se me presentó Dios mismo. Me llamó por mi nombre y me pidió que lo acompañara. Me llevó con él hasta el hogar de un hombre, quien se encontraba sentado frente al comedor. Éste se tomaba la cabeza con las manos sumido en la más profunda y negra de las tristezas, con los ojos llenos de lágrima respiraba lenta, pausada y profundamente.
  • - “Este hombre tiene a su esposa enferma de cáncer” – me dijo Dios. Quedé atónito ante la noticia.
Sin darme cuente, el Señor (Dios) me trasladó a otra casa – habitación. En ella me mostró al padre de familia dando vueltas en la sala de su casa. Tenía una mano en el bolsillo y con la otra mano se daba masajes en el cuello. Se veía despeinado mientras cerraba los ojos cada vez que respiraba hondamente.
  • “Este hombre no tiene trabajo” – comentó el Señor.
Sin darme cuenta, me encontré a un costado de un tercer hogar. Esta vez, la escena que contemplé, era a las afueras de la casa. El padre de familia estaba llegando a su hogar, pero no quería entrar. En un par de ocasiones lo vi tomar la llave y colocarla en el cerrojo para abrir la puerta de entrada a la casa, pero no lo hizo. Solo clavaba la mirada en el suelo y dejaba caer los hombros.
  • “Los hijos de este hombre tienen hambre y no les trajo de comer.”
Estando de pie frente aquella tercera escena, el Señor me dijo algo y no me quedaron fuerzas para mirarlo a los ojos:
  • “Tu esposa no está enferma, tienes trabajo y la comida no falta en tu mesa.”
Cuando desperté a la mañana siguiente, lo hice con la certeza que Dios tenía el control en mi vida y que me había dado tres grandiosos regalos, que los hombres que me mostró en el sueño, no tenían.

Él puede hacer mucho más por nosotros si le permitimos que actúe conforme a su divina providencia. Hoy solo tengo palabras de gratitud hacia Dios por lo que me ha dado. Y mientras escribo estas líneas, viene a mi mente el pasaje escrito por el apóstol Pablo, registrado en 1ª de Timoteo 6:8: “Así, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos.”

Por Galdino Enríquez Antonio

Leer “¿Qué es la oración realmente?”, en: http://gacetadebelen.blogspot.mx/2016/06/que-es-la-oracion-realmente.html

Leer “¿Cuántas posturas de oración existen?”, en:


Leer “¿Cuál es tu postura favorita de oración?”, en:






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