La lección de esta semana explora el testimonio de diversas personas acerca de Jesús, destacando cómo sus experiencias y declaraciones revelan la identidad del Salvador.
Remontándonos a Abraham: Jesús afirmó que Abraham, el padre de la nación judía, se regocijó al ver su día (Juan 8:56). Esta declaración subraya la fe de Abraham en las promesas de Dios y su anticipación del Mesías. A través de tipos y promesas, Abraham vio una prefiguración de Cristo en eventos como el sacrificio de Isaac (Génesis 22). Pablo usa la fe de Abraham para ilustrar la justificación por la fe, destacando que Abraham es el padre de todos los que creen (Romanos 4:1-5).
El testimonio de María: María, la hermana de Lázaro, ungió a Jesús con un perfume costoso en agradecimiento por la resurrección de su hermano y el perdón de sus pecados (Juan 12:1-8). Este acto no solo fue un gesto de devoción, sino también una proclamación de la identidad de Jesús como el Mesías. La reprensión de Judas por este gesto y la respuesta de Jesús resaltan la sinceridad del amor de María y la comprensión de su misión.
El testimonio involuntario
de Pilato: Pilato, el gobernador romano, a pesar de encontrar a Jesús
inocente, cedió a la presión de la multitud y lo condenó a muerte (Juan 18:38;
19:4-22). Sin embargo, su declaración escrita sobre la cruz, “Jesús Nazareno,
Rey de los Judíos”, testifica involuntariamente acerca de la realeza de Jesús y
su verdadera identidad.
El testimonio de
Tomás: Tomás, uno de los discípulos, inicialmente dudó de la resurrección
de Jesús hasta que lo vio y tocó sus heridas (Juan 20:19-31). Su confesión
final, “¡Señor mío y Dios mío!”, y la respuesta de Jesús destacan la
bienaventuranza de aquellos que creen sin haber visto. Este incidente enfatiza
que la fe no depende de la vista, sino de la confianza en el testimonio y las
promesas de Dios.
¿Cuál será nuestro
testimonio hoy?
El Evangelio de Juan fue escrito para que sus lectores
creyeran que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan
vida en su nombre (Juan 20:30-31). Hoy, contamos con el testimonio de las
Escrituras, la historia del cumplimiento de las profecías y nuestras propias
experiencias de fe para fortalecer nuestra creencia en Jesús. Somos llamados a
dar testimonio de lo que Él ha hecho en nuestras vidas y a compartir la
esperanza de salvación con otros.
ACTIVIDAD 1
Este resumen podría
servirle a usted para resaltar el testimonio de cada uno de los personajes y
cierra con una pregunta que podría hacerles a los miembros de la clase,
esperando que cada uno de ellos tome una decisión respecto al testimonio que
deben dar.
ACTIVIDAD 2
Juan presenta una diversidad de testimonios a lo largo de su
evangelio. Dele a cada uno de los miembros de su clase una cita para lean y respondan
un par de preguntas:
- ¿Quién dio el testimonio acerca de Jesús?
- ¿A quién(es) le expuso este testimonio?
- Juan 1:36: “¡Este es el Cordero de Dios!”
- Juan 1:41: “Hemos hallado al Mesías”
- Juan 1:45: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés”
- Juan 1:49: “¡Rabí! ¡Tú eres el Hijo de Dios, el Rey de Israel!”
- Juan 4:29: “¿No será el Cristo?”
- Juan 4:42: “Sabemos que en verdad este es el Salvador del mundo”
- Juan 6:68: “Tú tienes palabras de vida eterna”
- Juan 9:25: “Yo era ciego y ahora veo”
- Juan 11:27: “He creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”
- Juan 19:14: “¡Aquí está su rey!”
- Juan 19:6: “Yo no hallo delito en él”
- Juan 20:28: “¡Señor mío y Dios mío!”
ACTIVIDAD 3
Consideren los siguientes casos de testimonio que podrían
compartir con su clase y mover a la acción a los feligreses.
Caso 1
María es una feligrés activa de la Iglesia Adventista y se
siente llamada a compartir su fe en su vecindario, especialmente con aquellos
que están pasando por dificultades.
Al observar con atención a sus vecinos, nota que hay una
familia que recientemente sufrió una pérdida y otra que está pasando por
problemas económicos. María decide ayudar de manera práctica:
Ofrece su apoyo a la familia en duelo, llevándoles comida y
pasando tiempo con ellos, escuchando y ofreciendo consuelo. Organiza una
colecta en la iglesia para ayudar a la familia con problemas financieros y les
ofrece asesoría sobre recursos disponibles.
Durante estas interacciones, María aprovecha para compartir
cómo su fe en Jesús le ha dado esperanza y fortaleza en momentos difíciles.
Habla de cómo la comunidad de la iglesia la ha apoyado y de cómo ha visto la
mano de Dios obrando en su vida.
María invita a estas familias a eventos de la iglesia, como
reuniones sociales, grupos de estudio bíblico o servicios especiales, para que
puedan experimentar la comunidad y el amor cristiano de primera mano.
Para dialogar (pueden ser algunas de estas preguntas u otras
que usted considere):
- ¿Alguna vez has identificado a alguien en tu comunidad que necesitara ayuda? ¿Cómo respondiste?
- ¿Qué obstáculos podrías enfrentar al tratar de ayudar a alguien en necesidad? ¿Cómo podrías superarlos?
- ¿Cómo podrías compartir tu fe de manera natural mientras ayudas a alguien?
- ¿Has tenido alguna experiencia en la que tu ayuda a alguien te permitió compartir tu fe? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
- ¿Qué actividades o eventos en la iglesia crees que serían más atractivos para invitar a personas no creyentes?
- ¿Cómo podemos hacer que nuestra iglesia sea más acogedora para los visitantes?
Caso 2
Juan es un profesional que trabaja en una oficina y siente
la necesidad de ser un testimonio viviente de su fe en el entorno laboral.
Juan se esfuerza por realizar su trabajo con la mayor
integridad y excelencia, siendo siempre honesto, responsable y respetuoso con
sus colegas. Se convierte en un ejemplo a seguir, lo que despierta la
curiosidad de algunos compañeros sobre su motivación.
Busca oportunidades para mostrar bondad y apoyo a sus
compañeros. Por ejemplo, ofrece su ayuda cuando ve que alguien está abrumado
con su carga de trabajo, o simplemente escucha y ofrece palabras de aliento a
aquellos que están pasando por momentos difíciles.
Cuando se presentan oportunidades, comparte su fe de manera
natural. Por ejemplo, si un compañero le pregunta cómo mantiene una actitud
positiva, él puede compartir cómo su relación con Jesús y la lectura de la
Biblia le dan paz y seguridad. Ahora, tiene un grupo de oración semanal durante
la hora del almuerzo, abierto a todos los que deseen asistir.
Para dialogar (pueden ser algunas de estas preguntas u otras
que usted considere):
- ¿De qué maneras puedes demostrar integridad y excelencia en tu lugar de trabajo?
- ¿Cómo crees que tu comportamiento en el trabajo refleja tu fe en Cristo?
- ¿Puedes compartir un momento en el que un acto de bondad cambió tu día o tu perspectiva?
- ¿Qué pequeños actos de bondad podrías implementar en tu rutina diaria para impactar positivamente a tus colegas?
- ¿Cómo puedes estar atento a las oportunidades para tener conversaciones significativas sobre la fe con tus colegas?
- ¿Qué preguntas o temas crees que podrían abrir la puerta para hablar sobre tu fe en el trabajo?
- ¿Te sentirías cómodo organizando o participando en un grupo de oración en tu lugar de trabajo? ¿Por qué sí o por qué no?
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